Esta obra de animación japonesa, dirigida por Mamoru Hosoda, se estrenó en 2015 y nos cuenta la historia de un niño que acaba viviendo en el reino de las bestias, un lugar en el que la fuerza física y las artes marciales lo son todo. A su cargo queda una de estas bestias, un renegado que se encargará de enseñarle todo lo que sabe y darle un hogar en el que crecer.

Sin ser una película tan familiar como Los niños lobo o Summer Wars, en El niño y la bestia encontramos la lucha adolescente hacia los convencionalismos y la exploración de lo desconocido. Ren, nuestro protagonista, afronta la realidad de vivir en un mundo donde es diferente a los demás y comienza un viaje para encontrar su propia identidad. En este recorrido conoce a mucha gente, intercambia opiniones y expande su mundo más allá de los límites de su familia, en definitiva podemos ver cómo va madurando durante la obra.

Por otro lado, Kumatetsu, su mentor, tiene otros problemas de aceptación y personalidad que afrontar, para encajar en una sociedad que no comparte sus ambiciones. La química entre ambos protagonistas va cambiando sus personalidades según van creando un hogar a su alrededor. Además, a parte de la belleza de la historia en lo que a la animación se refiere, en esta obra los personajes secundarios tienen un papel muy importante en el desarrollo de los protagonistas. Mamoru intenta con esta obra abordar los prejuicios sociales y la superación desde un punto de vista fantástico y con las artes marciales como la herramienta para exteriorizar las luchas internas de sus personajes.

El niño y la bestia es quizá la película de Mamoru Hosoda con más acción de las que hemos comentando hasta la fecha, por lo que es bastante amena de ver y la recomiendo a partir de los 10 años. El equilibrio entre los momentos divertidos, de acción y más sentimentales es el necesario para sumergirse en la trama de principio y fin.