Mareas

Las olas golpearon contra las rocas, arrancando violentamente sus últimos lamentos. Con una suave caída se desprendieron las rocas del acantilado, y las olas volvieron a camuflar con espuma su descenso a las profundidades del océano. Desgranándose durante el descenso, solo unos pocos afortunados guijarros llegarán a tocar el fondo marino. Los demás emprenderán un viaje por sus corrientes, hacia otras playas, otras calas, otras rocas que acojan su llegada con más calma que el embravecido mar que ahora las arrastra en remolinos incontrolables. Cuando pase la tormenta quizá llegue la calma, aunque el mar seguirá en movimiento. Cargando contra las rocas que limitan su avance, transportando sus deseos de un lugar a otro, sin descanso, hasta que la luna deje de brillar en el firmamento.


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