Última cinta de Hayao Miyazaki hasta la fecha y ganadora del Óscar a mejor película de animación en 2023, nos traslada a un mundo en el que la magia y la realidad se entrelazan en tiempo y espacio para invitarnos a reflexionar sobre nuestro legado. Debo confesar que para mi gusto, El chico y la garza tiene poca cohesión en el argumento y muchas animaciones recicladas de películas anteriores, pero no por ello deja de ser una obra excepcional, que conserva la historia del cine de animación con sus tradicionales dibujos.

El protagonista principal de la historia es un niño, que lidia con el duelo de perder a su madre mientras toda su vida cambia. El Studio Ghibli recurre de nuevo a la mudanza para expresar estos sentimientos y a las ruinas como elemento de conexión con la naturaleza, que representa nuestro mundo interior. Las alegorías se suceden, quizá demasiado rápido, invitando al espectador a navegar por sus propias emociones. Las aventuras de nuestro protagonista estarán guiadas por una garza metamórfica y una chica que vive su propia historia junto a él.

Podemos extraer de esta película infinitas lecturas sobre el crecimiento psicológico de los protagonistas y su viaje hacia la esperanza por una vida mejor. Aun con los tintes fantasiosos, no es una historia para todos los públicos, pudiendo recomendarla a partir de los 12 años para disfrutar en familia. Posiblemente después del primer visionado tendremos más preguntas que respuestas, pero ahí es donde siempre ha recaído la magia de Miyazaki y sus reflexiones ocultas en cada escena.