Museo de la Real Academia Española – 30/04/25 al 29/06/25

Hasta finales de junio, podemos visitar en Madrid una exposición única sobre la familia Machado. En un recorrido que abarca desde los abuelos de los artistas hasta su muerte, nos encontramos con objetos de la época, manuscritos, primeras ediciones y anécdotas de todo tipo, que hicieron de Antonio y Manuel Machado los genios que conocemos.

La entrada a la exhibición es gratuita, lo que en un principio nos hizo acudir con las expectativas bajas, esperando encontrar apenas un par de salas conmemorando la vida y obra de los autores. Nada más lejos de la realidad. El museo es un viaje completo por toda su historia, repleto de fragmentos de sus poesías, que acompañan los diferentes estadios de su vida, en los que se divide el espacio de las cuatro salas dedicadas a la familia Machado.

En la primera sala, nos invitan a adentrarnos de lleno en la artística familia Machado y en cómo los antecesores de Antonio y Manuel fueron cruciales para desarrollar su devoción por el arte de la escritura. Esta y otras salas están decoradas con fragmentos cuidadosamente seleccionados de la obra de Manuel y Antonio, que permiten sumergirse de forma orgánica en las aportaciones literarias de los hermanos Machado.

Además, las salas están aderezadas con objetos personales de la familia y de los propios hermanos Machado, donados generosamente por distintas organizaciones y museos repartidos por toda España y Francia.

La carga emocional es palpable, se haya leído o no la obra de los Machado. No contaremos más detalles para no «adelantar» la exposición. Sin embargo, cabe destacar una potente transición entre dos salas, cuando se pasa de la juventud de Antonio y Manuel a su adultez más tardía. Esta transición se realiza a través de un pasillo donde se narra la muerte de la joven Leonor, esposa de Antonio, fallecida a los dieciocho años, lo que supuso un golpe devastador para el poeta, al punto de perderse a sí mismo.

Este punto de inflexión en la vida de Antonio se resalta mediante los poemas que le dedicó antes y después de su muerte. Al llegar al final del recorrido, el visitante se encuentra con el destino final de todos los lloros de Antonio y con el inicio de su aceptación de la partida de Leonor, cuando llegó a Baeza

Y, para terminar, nos encontramos con una máquina de trovar, «la primera inteligencia artificial» se jacta el letrero, que nos da las instrucciones para poder conseguir un soneto original desde una idea. No sabemos si la exposición se emplazará en otro lugar después, por lo que visitarla es una oportunidad que no se puede dejar pasar. Algunas recomendaciones personales que os dejamos son:
– Ir «ligeros de equipaje» , porque el espacio es grande, pero hay objetos por todas partes, que se pueden golpear por accidente.
– Para los niños puede resultar algo pesada, por la cantidad de información.

Estos días azules y este sol de la infancia…