GeoSpy.ai es un modelo de inteligencia artificial especializado en la geolocalización visual, capaz de descubrir la ubicación de una persona con tan solo una imagen, o la localización exacta de un lugar mediante un simple escaneo. Su modelo no depende de metadatos ocultos, sino que se entrena con millones de imágenes geolocalizadas para aprender a reconocer patrones: desde la arquitectura y la vegetación hasta las señales de tráfico o las condiciones del cielo. Lo más inquietante y fascinante a la vez es la precisión con la que logra sus aciertos. No hablamos de magia, sino de algoritmos capaces de acercarse a un margen de pocos metros, algo que hasta hace poco parecía impensable.

Acceso restringido, pero con dudas en el aire

En principio, GeoSpy está diseñado para que lo utilicen fuerzas de seguridad y agencias gubernamentales. No es una herramienta abierta como ChatGPT o DeepSeek: su acceso es restringido, con costes elevados y un formulario de solicitud en la página oficial de la compañía. Además, existe una versión gratuita que ofrece resultados aproximados (nivel de ciudad o región), pero hoy la compañía limita su uso a clientes profesionales, que acceden a funciones avanzadas mediante web, API o despliegues en la nube.

Entre la tranquilidad y la desconfianza

A primera vista, estas barreras pueden dar cierta tranquilidad.
Sin embargo, a mí me provocan la sensación contraria: por mucho que una empresa restrinja el acceso, el simple hecho de que esta tecnología exista significa que puede ser replicada por otros actores con fines menos lícitos. Esto evidencia algo que olvidamos con facilidad: cuando compartimos nuestras imágenes en internet, aunque no indiquen explícitamente quiénes somos o dónde estamos, pueden convertirse en fuentes de información peligrosas para quienes sepan aprovecharlas. Y con herramientas como GeoSpy, la frontera entre lo privado y lo público se difumina aún más.

El nuevo paradigma OSINT

Nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo paradigma en el mundo OSINT y en el ecosistema hacker: herramientas capaces de analizar en segundos lo que antes requería horas de trabajo manual. Esto hace que la barrera de entrada sea cada vez más fácil de traspasar para quienes se adentran en este mundo, y deja en evidencia la necesidad de replantear nuestras defensas.

Porque, como ocurre con todo lo tecnológico, la defensa perfecta no existe. Lo más parecido es la prevención básica: mantener nuestras fotos y vídeos en el círculo íntimo de quienes más queremos, en lugar de exponerlos a miles de desconocidos.

Y aquí es donde deberíamos detenernos a reflexionar. ¿De verdad necesitamos mostrar nuestra vida privada en la red? Quizás sea momento de volver a métodos de almacenamiento más seguros y controlados, como los discos duros o aquellos soportes que dependen de nuestra interacción física. Al final, es la manera más fiable de guardar nuestras fotografías, y no supone ningún obstáculo para seguir compartiéndolas con las personas que realmente importan.

La próxima vez que vayas a subir algo a internet, piénsalo dos veces: lo que hoy compartes por impulso puede convertirse mañana en la puerta de entrada para un desconocido. La seguridad empieza en ti.